Aquella fábula de la rana que se encuentra comoda y feliz en un baño de agua caliente sin percatarse que la están hirviendo en una olla hasta que ya es tarde para saltar, es de aplicación directa a toda las actividades de la Humanidad. En algunos debates las personas defendemos lo que es normal, como si realmente lo fuera. No nos damos cuenta que ya no tiene sentido hacerlo así (si es que en algún momento lo tuvo), pero nos hemos acostumbrado a verlo de esa forma y ya no tenemos que pensar sobre su conveniencia y/o sentido, ¡vaya! Qué hemos perdido la capacidad de análisis crítico. Otra fuente de este pensamiento un tanto comodón es la conveniencia egoísta, cuando una situación conviene a nuestros intereses personales la defendemos con una vehemencia que parece que nos lo creemos, cuando en realidad es nuestro gen egoísta el que está hablando.
En las…
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